HISTORIA DE LA MASONERÍA EN FRANCIA
Fundada el 24 de junio de
1717, la Gran Logia de Londres se extiende rápidamente por Europa y
ocho años después, tres emigrantes británicos partidarios de los Estuardos: el nieto natural de Carlos II de Inglaterra, Lord
Derwentwater, el baronet escocés Mac Leane y el irlandés Heguerty,
crean en París la logia de Santo Tomás del Luis del Plata, reconocida
en 1732 por la Gran Logia de Inglaterra. Cuatro años más tarde, ya hay
cuatro logias en París y resulta elegido Gran Maestre de Francia Lord
Derwentwater.
El Orador de la orden era el
caballero Ramsay, que en un célebre discurso esboza el programa y los
objetivos de la misma. La alta sociedad parisiense comienza a
interesarse por la institución, pero el primer ministro, cardenal
Fleury, encomienda una investigación a la policía a consecuencia de la
cual se prohíbe a Ramsay hacer propaganda de la orden justo cuando
éste se aprestaba a iniciar al rey Luis XV. La policía clausura la
logia en julio de 1737. Se consulta al Parlamento la posibilidad de
suspender por decreto a la masonería, pero éste no lo cree conveniente
al figurar en ella elementos jansenistas y numerosos duques y pares
del reino.
|
Louis de Borbón-Condé, conde
de Clermont, Gran Maestro de la masonería francesa desde 1743 a 1771 |
|
|
En 1738, a Lord Derwentwater
le sucede en el cargo un familiar del rey, el duque de Antin. A la
muerte de Antin en 1743, compiten por el puesto el príncipe de Conti,
el mariscal de Saxe y un primo del rey, Luis de Borbón-Condé, conde
de Clermont, siendo elegido el último. Luis de Borbón-Condé ocupará
la presidencia hasta su fallecimiento el 16 de junio de 1771.
Esta francmasonería francesa
conservará la posición primitiva de las columnas; J en el septentrión
(norte) y B en el medio día (sur) y el puesto de los vigilantes;
también conservaría la batería en “dos golpes rápidos y uno lento”,
“el paso de entrada” (al taller) con el pie derecho lo mismo que la
mayor parte de las fórmulas que caracterizan –paradójicamente bajo el
nombre de “ritos modernos” – las prácticas más antiguas y conocidas.
Sin embargo, se introduce el uso de la espada, se crea una iconografía
propia para el tapete (especialmente con piedras brutas y talladas y
los lazos de amor, tal cual se conocen actualmente y finalmente
introduce innovaciones fundamentales en la ceremonia de recepción como
el Gabinete de reflexión, los viajes y pruebas a través de los
elementos, etc.
A partir de 1740, las logias
proliferan por toda Francia. Pronto se advierten dos tendencias: una
de inspiración inglesa, acorde con la filosofía del siglo, y otra
exaltadora del sentimiento frente al racionalismo volteriano. A partir
de 1760, se registra la influencia del misticismo germánico de la
masonería templaria de la estricta Observancia cuyas
aportaciones son clarificadas por el lionés Willermoz en 1778.
|
El Gran Maestro Louis Philippe Joseph de Orleans, duque de
Orleans y de Chartres, futuro «Felipe Igualdad», fundador y Gran
Maestro del Gran Oriente de Francia en 1773 |
|
|
Tras la muerte de Clermont, es
elegido como Gran Maestre Louis Philippe Joseph d´Orleans, duque de
Orleans y de Chartres, el futuro «Felipe Igualdad», asistido por el
duque de Montmorency-Luxembourg como administrador general. Este es el
verdadero fundador del Gran Oriente. La alta nobleza, se interesa de
nuevo en la Masonería. El 1 de septiembre de 1773 nace el Gran Oriente
de Francia. Parte de los maestros de París no lo aceptan y fundan el
Oriente de Clermont, que durará seis años hasta que se una el Gran
Oriente.
Protegida por Luis XVIII, el
rey Carlos X, aunque fue iniciado en la masonería por el Gran Maestre
Duque de Orleans en 1778, receló de ella. La mayor parte de los
masones profesaban el liberalismo. Avivado el conflicto entre la
Iglesia y el liberalismo durante la Restauración, la gran mayoría de
los masones era hostil al partido «sacerdotal» que defendía Carlos X.
La reorganización de la
francmasonería francesa permitió precisar el corpus ritual y
administrativo del rito francés practicado desde los albores del siglo XVIII, cuya codificación se determinó en 1790 y se imprimió en 1801
con el título de El Regulador del francmasón.
En vísperas de revolución,
disponía el Gran Oriente de 629 logias. El Oriente de Clermont tenía
376 logias.
De la Revolución a la Tercera República
Hoy en día sabemos que no
existió un “complot masónico” que originara la Revolución, pero en
cambio se reconoce la influencia de numerosos francmasones en los
hechos revolucionarios y que los debates en las logias fueron
determinantes. La huella masónica en la Revolución francesa puede
percibirse en muchos signos simbólicos adoptados por las nuevas
instituciones. Recordemos además, que la composición musical creada
por el hermano Rouget de Lisle se convirtió en el himno nacional. Sin
embargo, a partir de 1791, la masonería se desintegra y apenas
subsisten logias masónicas bajo el Terror. Entre 1793 y 1796, el Gran
Oriente de Francia tuvo que ponerse casi totalmente en suspenso, lo
que obligó a los francmasones a retractarse o a sufrir el Régimen de
Terror. Por eso, muchos hermanos percibieron el Consulado y el
Imperio, como una continuidad de la Revolución, período glorioso para
la masonería que se vio favorecida, pero también utilizada por
Napoleón; se calcula que de los 24 mariscales del Imperio, 17 eran
masones. También eran masones numerosos prefectos, funcionarios y
representantes de las élites culturales y económicas. Cambacérès,
redactor del código civil, fue uno de sus más ilustres dignatarios. A
raíz de la expedición de Bonaparte a Egipto nacieron los ritos
“egipcios”, denominados luego de Menmphis-Misraïm.
"La libertad o la muerte", óleo del
masón Jean Baptiste Regnault (1795)
|
|
|
|
Mediante el Concordato de
unión firmado el 21 de mayo de 1799 se restablece la unidad fusionando
el Gran Oriente y el Oriente de Clermont. Una fracción de masones
escoceses que habían quedado fuera del Gran Oriente, bajo el impulso
de la logia San Alejandro de Escocia y del conde de Grasse-Tilly,
fundará en 1804 una Gran Logia general escocesa cuyo Gran Maestre será
un Bonaparte, Luis, futuro rey de Holanda. Llegado a Emperador,
Napoleón, ordenó unirse a la nueva obediencia escocesa al Gran
Oriente, lo que se realizó el 3 de diciembre de 1804.
Con la protección de Napoleón,
la masonería tuvo un notable auge durante el Imperio. Se convirtió en
una auténtica sociedad de ayuda mutua para los oficiales y soldados
que a ella se adhirieran. Compuesta sobre todo de soldados y
funcionarios, controlada por el Emperador y bajo la férula de su
hermano José, Gran Maestre del Gran Oriente y del Archicanciller
Cambacérès, Gran Jefe del Rito Escocés, la Masonería, consiguió
sobrevivir a la caída del Imperio.
Poco antes de la segunda República, la
francmasonería francesa empezó a politizarse y a encarnar los valores
republicanos, implicándose en los acontecimientos de 1848. Al igual
que lo hizo en 1830, la masonería participa nuevamente en la
Revolución de Febrero de 1848. La mayor parte de los miembros del
Gobierno provisional fueron masones y muchos ideales se inspiraron de
la su filosofía, principalmente la abolición de la esclavitud y la
instauración del sufragio universal.
A partir de la elección del
príncipe Luis Napoleón Bonaparte en 1849, convertido en Napoleón III
después del golpe de Estado del 2 de diciembre de 1851, la
francmasonería fue de nuevo amenazada y vigilada, siendo colocada bajo
la tutela del Príncipe Lucien Murat, impuesto como Gran Maestre. Desde
enero de 1852 hasta 1860, la política napoleónica convirtió en
cuarteles a las logias; obedecer o dimitir era la disyuntiva. Pero
cuando Napoleón III imprimió un giro liberal, los masones eligieron
para el puesto de Murat al príncipe Jerónimo Napoleón. Al cabo de una
tormentosa crisis, Napoleón III expulsó a Murat y a Jerónimo,
nombrando personalmente como Gran Maestre al mariscal Magnan.
De la Tercera República a 1940
Después de la caída de
Napoleón III en 1870, la masonería se afanó en la construcción de la
Tercera República. El apoyo de la Iglesia católica a los sectores más
reaccionarios de la política francesa, su cerrada defensa del
monopolio educativo, etc. contribuyeron a agudizar la animosidad
existente entre la francmasonería y la Iglesia católica. Por decisión
del Convento masónico de 1877 basándose en la proposición del pastor
Desmons, en virtud del principio de libertad absoluta de conciencia,
se liberó a los masones de la obligación de creer en Dios y en la
inmortalidad del alma. Las logias gozarían de la libertad de invocar
al Gran Arquitecto del Universo.
La Orden acogió con
satisfacción la caída del régimen imperial pero la guerra de 1870-1871
fue una dura prueba para ella por el motín de la Comuna de París. Una
importante minoría de masones se entusiasmó con la Comuna pero,
derrotada ésta, los dignatarios de la masonería no fueron los últimos
en condenar a sus hermanos comprometidos con los condenados. Mientras
la suerte de la República fue incierta, los dignatarios se opusieron a
la revisión del artículo primero de la Constitución relativo al Gran
Arquitecto del Universo y la inmortalidad del alma. Fue sin embargo en
plena campaña electoral de 1877 cuando se decidió abolir el artículo
en cuestión, lo que aparejó la ruptura de relaciones que hoy persiste
entre parte de la masonería francesa y las obediencias de la línea
anglosajona.
Bajo la Tercera República la masonería
se constituye en armazón del partido republicano: es responsable de la
separación entre Iglesia y Estado.
Los masones de finales del
siglo XIX fueron influenciados por el positivismo de Augusto Comte,
las teorías científicas y las creencias en el progreso de la
humanidad. Es revelador que el autor de La Internacional haya
sido francmasón. No olvidemos que los republicanos moderados
“radicales”, socialistas en su mayoría, sindicalistas y libertarios (Proudhon
y Bakunín, etc.) habían sido iniciados en la masonería. Los masones de la Tercera
República, ateos o creyentes, enfrentados a una iglesia reaccionaria
en su mayoría, se convirtieron en acendrados anticlericales. Hombres
como Jean Macé, Gambetta, Jules Ferry, Littré y Camille Pelletan
promovieron la instrucción pública y laicidad. El hecho que coronó
esta obra común, fue la separación de la Iglesia y del Estado en 1905.
Hasta 1914 el ensanchamiento de la libertad pública (leyes sobre la
prensa, ley de asociación de 1901, organización comunal, legalización
del divorcio), las principales medidas de justicia social (impuesto
sobre la renta, asistencia judicial) o de protección social
(mutualidad, pensiones, derecho laboral), la creación de numerosas
asociaciones (Liga de la Enseñanza, Liga de los Derechos Humanos,
Libre Pensamiento, asociaciones de inquilinos), sindicatos o partidos,
recibieron el aporte masónico.
A partir de 1893, con la
Tercera República, nació la Orden Mixta del derecho Humano fundada por
la feminista María Deraismes y el doctor Georges Martin, que en 1899
pasó a llamarse Orden Mixta Internacional del Derecho Humano. El Gran
Oriente de Francia ha reconocido esta obediencia y mantiene relaciones
con ella, lo que no sucede con la Gran Logia de Francia ni con la Gran
Logia Nacional de Francia.
|
El H:. Oswald Wirth (1860-1943),
colaborador de Stanislas de Guaita, y defensor de la eficacia de
la vía iniciática y del estudio del simbolismo en masonería.
Autor, entre otros, de “Le symbolisme hermétique dans ses rapports
avec l'Alchimie et la Franc-Maçonnerie”, “La Franc-Maçonnerie
rendue intelligible à ses adeptes” en 3 tomos |
|
|
La Gran Logia Nacional de Francia nace
en 1913 con el propósito de reafirmar la creencia en el Gran
Arquitecto del Universo, el valor del simbolismo y la iniciación,
fuente y método de vida interior y la prohibición de tratar cuestiones
políticas o religiosas en logia. Fue reconocida ese mismo año por la
Gran Logia Unida de Inglaterra para quien constituye la única
masonería regular existente en Francia.
De 1940 hasta nuestros días
La aparición de ciertos
partidos políticos, el establecimiento del panorama sindical y
asociativo del siglo XX redujo la envergadura de sus misiones y mengua
de sus influencias. La ley del 10 de agosto de 1940 y los decretos del
Gobierno de Petain derivados de ella suprimieron la masonería.
Prohibidos y disueltos, la mayoría de los masones se afiliaron a la
resistencia. Así se fundó el grupo Patriam Recuperare y el
Comité de Acción Masónica (C.A.M.) que montó en la clandestinidad
varios talleres. De acuerdo todos en unificar a la masonería después
de la Liberación. La Ocupación nazi fue una dolorosa experiencia pues
el número de integrantes del Gran Oriente bajó de 29.000 a 7000. La
francmasonería francesa tardó unos 40 años en recuperar el número de
integrantes de la preguerra.
La masonería de la segunda
mitad del siglo XX ya no es anticlerical y atea, sino que, bajo el
impulso de maestros masones como Oswald Wirth, Edmond Gloton y, sobre
todo, René Guenon, ha encontrado nuevamente el sentido del simbolismo y el valor
pedagógico de la iniciación. Pero la masonería ha perdido el
importante papel que antes desempeñaba en la política francesa.
Prefiere mostrarse como lo que es, una sociedad en un segundo plano,
laboratorio de reflexión y análisis tendente al perfeccionamiento de
sus miembros.
Extractado de: Pierre
Chevallier (Profesor de la Universidad de París), “La Masonería
francesa del siglo XVIII al XX”, en José A. Ferrer Benimeli (coor.),
La Masonería, Historia 16, Extra IV- Noviembre 1977, pp.
101-108.
|